Que son los Yantras o Mandalas

 
Genial extracto del libro de “Andre Van Lisebeth, Tantra, El culto de lo Femenino” donde nos explica muy bien que son los yantras o mandalas. 3700 y pico palabras parecen suficientes para una buena explicación:)

Un dínamo psíquica: el yantra

El Yantra, contrapartida visual del mantra, del que es inseparable, deriva de ya» o yam,«soporte de energía», más tra, sufijo de instrumentalidad. En su acepción corriente, yantra designa todo aparato utilitario, aparato en un sentido amplio: un robot, en tanto aparato elaborado,es un yantra. En el tantra, yantra designa un diagrama mágico-simbólico en dos o tres dimensiones, que va de un simple punto o del triángulo hasta el templo hindú, gigantesco complejo yántrico con propiedades ocultas.
Con el correr de los siglos, el tantrismo ha hecho del yantra una ciencia y un arte. Una ciencia, pues cada yantra es el soporte de un dinamismo, de un Shakti, y su construcción obedece a leyes precisas. Un arte, pues la combinación de trazados y de colores simbólicos produce con frecuencia verdaderas obras de arte, lo que vale a los yantras figurar en todo libro de arte tántrico que se respete; pero, desgraciadamente, falta en general el código secreto que permita  interpretarlos y utilizarlos. El tantra es por lo demás la única corriente yóguico-filosófica que haya dado nacimiento a obras de arte. Y sin que el arte haya sido su motivación…Más allá de la estética, sin yantra, sin mantra, ningún ritual tántrico, por simple que sea, sería concebible. La India en general y el tantra en particular les atribuyen poderes extraordinarios, casimilagrosos, lo cual nos parece increíble, incluso absurdo. En efecto, ¿cómo admitir que simples dibujos geométricos inertes puedan engendrar dinámica alguna?

La abstracción última

Una foto o un relato de mujer se sitúa en (por tanto se limita a) el nivel individual: es mi madre, mi mujer o mi hermana. Una estatuilla femenina prehistórica anónima, como las que han
encontrado a millares los arqueólogos, representa a la mujer en general, y si hablo de ello es porque, con frecuencia, el artista desconocido ha acentuado fuertemente, ha «geometrizado», el triángulo pubiano, el polo genital. Si yo extraigo este triángulo, si lo aíslo, simbolizará el enclave de la especie en el cuerpo de la mujer y, más allá del yoni, el polo genital de toda hembra animal. En última instancia, representa la Femineidad, la Madre Cósmica: la abstracción trasciende así el nivel representativo individual, «anecdótico», y se abre a lo Universal. No es difícil, pues, adivinar que, en el tantra, un triángulo con la punta hacia abajo simboliza a la Madre Cósmica, a la Femineidad, a Shakti.
Ya se trate de un dibujo lineal o de una superficie, el triángulo determina un espacio, y una de las funciones del yantra es precisamente estructurar, organizar el espacio y, en el caso del triángulo, con la menor cantidad de trazos posibles. Pero ese triángulo con la punta hacia abajo se convierte verdaderamente en el yantra de la Femineidad cuando es rojo, y tampoco entonces nos cuesta mucho adivinar que es a causa de las menstruaciones. En la India, en los anuncios de planificación familiar que incitan a las parejas a limitarse a dos hijos por familia, figura este triángulo rojo, con la punta hacia abajo: todo el mundo comprende… Cuando pasa un cortejo fúnebre, todos saben que se
trata de una mujer si el cadáver está envuelto en rojo, de un hombre si está envuelto en blanco. ¿Hay que ver en esto sólo una abstracción intelectual pura, una elucubración separada de lo real? Antes de responder, es inquietante comprobar que a una mujer a quien se administran regularmente dosis importantes de hormonas masculinas, la voz le cambia, pero además, el sistema piloso se desarrolla y aparece especialmente un triángulo piloso pubiano con la punta hacia arriba (!), como en el hombre: en el tantra, se representa a Shiva con un triángulo con la punta hacia arriba, blanco como el esperma.
La magia del yantra actúa, en gran medida, también sobre quien no conoce su simbolismo: el inconsciente sabe, el inconsciente descifra. Así asistí una noche en Amberes a un espectáculo inspirado en el tantra, creado y puesto en escena por Alain Louafi, formado por Maurice Béjart. Al final del espectáculo un triángulo rojo con la punta hacia abajo sobre fondo negro, de tres metros de altura, desciende en el fondo de la escena: la sala estaba fascinada. Ahora bien, una «simple» y trivial figura geométrica no hubiera justificado semejante efecto.
Desde el punto de vista simbólico, el triángulo representa evidentemente la tríada. Isósceles, evoca el equilibrio y la armonía. Siempre con la punta hacia abajo, simboliza también el agua; con la punta hacia arriba, el fuego, donde encontramos dos tattwas. Para las combinaciones de triángulos, véase más adelante.
El triángulo rojo, con la punta hacia abajo es, pues, un yantra muy potente que simboliza, quematerializa a Shakti en tanto potencia creadora universal, en tanto matriz cósmica. Para el tántrico, Shakti, la Gran Diosa, es el eterno principio dinámico de donde surge, siempre y en todas partes, toda la creación. Por su parte, el triángulo blanco con la punta hacia arriba, más raramente utilizado,simboliza el sustrato estático del Universo, Shiva, el principio masculino, indisociable de Shakti.Interesante: en la pirámide de Keops, la entrada de la cámara de la Reina está indicada con untriángulo invertido…

Un punto es Todo…

Aparentemente, ¿qué hay más insignificante que un simple punto? Sin embargo, en la tantra, un punto es, literalmente, Todo. En primer lugar, cada yantra se organiza y se estructura alrededor de un punto central, esté marcado o no. Evolutivo, el yantra se desarrolla a partir y en torno al punto;  involutivo, retorna a él y en él se recondensa. Además, un yantra se «lee» a elección, sea a partir de su centro de gravedad, el punto central, hacia la periferia, sea desde ésta hacia el centro de gravedad, el punto final que lo absorbe, ganando sin embargo potencia.
En efecto, el punto, el yantra más simple que se pueda concebir, es, asombrosamente, el másdenso. Es energía condensada al máximo y tanto más cuanto más pequeño sea. Se comprende con ayuda de una comparación. De niños todos hemos jugado con una lupa y los rayos del sol. Cuando la lupa está muy cerca del papel o de la madera, el círculo es grande, poco luminoso y no muy caliente. Pero, alejando la lupa, disminuye, y a medida que se empequeñece, gana en luminosidad y en calor hasta que la madera se ennegrece, se ahúma y por fin se inflama. Infinitesimal, sería infinitamente potente, teóricamente. Y es así como el tantra ve en el símbolo punto el yantra más potente, en especial el que no está dibujado sino que se percibe, invisible, en el centro de gravedad del dibujo, como el «punto oculto» de la Cábala…
El punto, como todo símbolo, es polivalente. Para el físico, el punto representa toda la energía cósmica reunida antes del big bang de los orígenes. El tantra lo llama bindu, o sea, literalmente, el «espermatozoide» unido al óvulo. Así, por sí solo, el simple punto es un tema de reflexión y de meditación muy profundo, pues todos hemos comenzado siendo un punto minúsculo, tan pequeño que habría que alinear diez, uno al lado del otro, para hacer un milímetro, por tanto mucho más pequeño que el que puntúa el final de esta frase.
En este punto, en este óvulo fecundado que era un «yo», estaban unidos el principio masculino y el femenino, indisolublemente. Para el tantra, el punto es Shiva y Shakti, y «todo» está allí presente, así como en el óvulo fecundado está presente todo el patrimonio hereditario de mis antepasados, de la especie humana e incluso de la Vida desde sus orígenes en el planeta (véase «La meditación sobre la vida»). A partir de ese óvulo, de ese punto minúsculo, mi ser físico y psíquico se ha desarrollado según el plan incluido en el bindu y así continuará desarrollándose hasta el fin de mi existencia individual. Paralela y simultáneamente, todo vuelve permanentemente al punto: en el secreto del polo de la especie, en las gónadas, en cada espermatozoide o en cada óvulo, «yo»vuelvo a ser el «bindu» del inicio, pero, de paso, misteriosamente, la especie y la Vida se han enriquecido con una experiencia suplementaria. En cuanto al punto central del yantra, además de que incluye todo lo dicho, focaliza en primer lugar mi mirada y la mente la sigue. Si concentro mi atención, centuplica también mi potencia mental y psíquica, considerada como un campo de fuerzas materiales. Lo que es la lupa para los rayos del Sol lo es el yantra, y especialmente su punto central, para la energía psíquica. La lupa, instrumento pasivo, inerte, confiere a los rayos del Sol una potencia acrecentada, sin necesitar más energía. Y ése es uno de los secretos del yantra, así como también del mantra. Figura geométrica pasiva, el yantra concentra mi energía psíquica, que gana así en potencia. Ahora bien, ¿quién puede poner un límite a la potencia de la mente concentrada? En resumen, sin la lupa-yantra, el Sol no tendría el poder de inflamar la madera seca; pero, recíprocamente, sin Sol la lupa sería impotente.

El cuadrado de base

El cuadrado es la base estática por excelencia. Estable y firme, representa el substratum, el elemento Tierra, las fuerzas de densificación, el plano de la manifestación. Incluye los cuatro
puntos cardinales y las cuatro dimensiones del espacio-tiempo. Tétrada, su cuadrado da dieciséis, número sagrado del tantra.
En la ciencia del yantra, el cuadro es un recinto sagrado abierto al mundo «exterior» gracias a cuatro portales en forma de T, que son otros tantos umbrales de iniciación. La mayoría de los yantras se estructuran en el interior de este cuadrado de cuatro puertas.

El círculo y el loto

El loto es la flor tántrica por excelencia, y la mayoría de los yantras llevan pétalos de loto alrededor de una circunferencia.
La semilla (bindu) y la flor, forman el ciclo eterno que va de la simiente a la flor y de la flor a la simiente. La flor es también el yoni que encarna el principio organizador cósmico, la potencia creadora femenina, fuente de toda forma, y el loto, flor acuática, se relaciona con el agua, otro símbolo femenino.
En toda flor el tántrico percibe un torbellino de energía sutil. En efecto, los átomos y las moléculas que componen una flor concreta son accesorios: plantada en otra aparte, hubiera
formado otras moléculas, pero siempre sería una flor de loto. La verdadera «flor» es su dinamismo organizador, misterioso e invisible, que se apodera de las partículas «materiales» del universo exterior para crear la rosa, el muguete o el loto que tengo entre mis manos.
El tántrico percibe esta dinámica sutil y sabe que opera en su cuerpo, donde cada célula, cada órgano, posee su dinamismo organizador propio, el Arjé de Van Helmont. Para materializar estas energías, más particularmente activas en los chakras, los lugares estratégicos del cuerpo donde se arremolinan, el tantra las representa mediante yantras, que comportan siempre cierto número de pétalos, más una «divinidad», es decir, una energía particular «antropomorfizada». El hecho de que sean siempre femeninas denota el origen tántrico de los métodos para despertar esos centros de fuerza en el Kundalinī yoga. Las técnicas sexuales descritas en la parte «Práctica» de este libro las activan automáticamente.
Un paréntesis interesante: la importancia de las flores en el rito tántrico se refleja en Puja, del dravídico pū («flor») y gey («hacer»). En sánscrito la raíz pūj indica una actitud reverencial. Puja significa «adoración ritual con flores», que es su sentido habitual. En cuanto al círculo, símbolo central de la chakra pūjā, expresa la evolución cíclica de la
manifestación, es la forma cósmica por excelencia. El hombre arcaico ve el círculo por todo el cielo: el disco del Sol naciente, el horizonte circular… incluso la Luna es redonda; a través de sus diversas fases regresa incansablemente al círculo perfecto.
Los indios de Norteamérica son muy conscientes de los símbolos, y el círculo es uno de sus símbolos principales. Citemos al respecto lo que dice una vieja india, mujer tranquila de 80 años, que perpetúa las más antiguas tradiciones religiosas de los indios. Conoce el secreto de las plantas que curan. Canta encantamientos contra los maleficios. Por último, Catherine conversa con el Gran Espíritu, pues es una me dicine-woman, una chamán.
En su moño recogido hacia atrás siempre desliza plumones de águila. En sus orejas lleva pendientes de turquesa. Alrededor del cuello y en cada mano, un sol. En su cinturón hay lunas de plata, y su vestido es de un azul brillante, como el del cielo, que por sus vibraciones permite
escuchar al Gran Espíritu.
«Mira —dice—, mira estos dibujos. Son mi historia y la de mi pueblo. Este trazo negro es la montaña sagrada: Big Mountain, y aquí, nosotros los hombres. Al principio fuimos depositados sobre esta montaña. El Sol era nuestro padre y la Tierra nuestra madre. Tuvieron dos gemelos: el niño-nacido-del-agua y el monstruo-asesino. Sobrevivimos gracias al niño-nacido-del-agua. El monstruo-asesino trae tornados y tempestades… Aquí —prosigue inagotable—, hay un arco iris. Y este punto es la Tierra… Toda la naturaleza está presente en este zapato. En el interior he puesto los objetos del ritual: el bastón de plegarias, las velas y la arena coloreada. En conjunto forman un círculo. Pues las potencias del Universo actúan siempre en círculo. El cielo es redondo, la Tierra es redonda, las estrellas son redondas, los vientos potentes soplan en remolino, el nido del pájaro es redondo, el corazón del árbol es un círculo y nuestros hoogans son redondos. Es el poder sagrado del círculo. Por eso, en nuestras danzas, formamos siempre el círculo. Mira nuestras seis montañas sagradas: ellas también forman un redondel. Y nosotros, Navajos de Big Mountain, estamos en el centro, en el lugar de la emergencia, es decir, allí donde apareció el hombre. Aquí, gracias a las vibraciones, podemos hablar al Gran Espíritu, que nos da las hierbas mágicas, el consuelo, la fe y el coraje. ¿Por qué habríamos de irnos? ¿Por dinero? ¡No! Jamás!»
Catherine cierra los ojos y reza.
Nosotros, los hombres modernos, sabemos que los cuerpos celestes son esferas y no círculos, pero el yantra se visualiza también en relieve. Trazado en una hoja de papel, por tanto en dos dimensiones, el yantra posee sin embargo una dinámica tridimensional, flagrante en los pétalos de loto dibujados en torno de una circunferencia. El bindu, en tanto simiente, evidentemente de tres dimensiones.
Una circunferencia con su punto central es la proyección de un cono que el triángulo genera girando en torno a su eje: compárese con el cono de potencia de las «hechiceras». El cuadrado engendra el cubo. Cuando un yantra está incluido en un círculo y no en un cuadrado, se llama mándala. El círculo, girando, engendra la esfera.

Combinaciones hasta el infinito

Cada trazado elemental —el punto, el triángulo, el cuadrado, el círculo y la flor— es una yantra con pleno derecho, pero combinando esos «yantras-raíces» elementales, el tantra forma conjuntos frecuentemente muy complejos en los que cada figura conserva su simbolismo propio, pero cuya unión multiplica su potencia. He aquí algunos ejemplos sencillos, accesibles para el occidental sin iniciación especial. El triángulo rojo invertido con el bindu en el centro de gravedad es el útero grávido tanto como la Matriz cósmica. El triángulo rojo, invertido, superpuesto al triángulo blanco con la punta hacia arriba, indica la unión del varón y la mujer o la unión cósmica de Shiva y Shakti (obsérvese: estos triángulos superpuestos son distintos a la estrella de David, pues esta última está formada por triángulos entrelazados).
Dos triángulos unidos por la punta: en dos dimensiones, es el comienzo o el fin de la unión de Shiva y Shakti, el comienzo o el fin del universo manifiesto; en relieve, es el tambor dravídico que tiene el Shiva danzante en una de sus manos, símbolo de la vibración de los orígenes, la misma que mantiene permanentemente la loca danza cósmica de las partículas en el seno de la materia.
En la India, un yantra o un mándala tántrico complejo encierra una cosmogonía completa: en cada punto crucial, en cada ángulo del triángulo o de cada triángulo, en cada pétalo, «reside» una»divinidad», aunque no esté representada. Meditando, el adepto parte del bindu central y
reconstruye, redibuja mentalmente el yantra completo para penetrar en él y penetrarse de él. Además, a cada punto crucial corresponde una vibración de base, un mantra, representado por una letra sánscrita, que el adepto emite cuando su mirada y su mente se posan en él. Los tántricos utilizan las letras sánscritas porque cubren la totalidad de los sonidos «emitibles» por la voz humana y, en ese sentido, el alfabeto sánscrito es universal.
Se comprende que, en el caso de los yantras complejos, sea necesaria una iniciación, por tanto un maestro, por tanto… eso no es para nosotros los occidentales. Pero el yantra no es exclusivo de los tántricos, no es un invento de ellos, aunque hayan llevado esta ciencia hasta sus límites: consolémonos, pues también los yantras sencillos son instrumentos potentes de acción psíquica.
Así, por ejemplo, ese yantra occidental que es la cruz latina. Un místico cristiano, al contemplarla, puede impregnarse de su sentido, por tanto del Calvario de Cristo, y alcanzar así, gracias a la cruz-yantra, un estado de conciencia superior en relación con su fe. Si alguien dudara de la terrible potencia del yantra, que vaya a Beirut en pleno día y dibuje una estrella de David en la pared de una mezquita chuta…, o bien una cruz gamada en el muro de los Lamentos de Jerusalén, y mejor aún (perdón, peor), que le agregue el mantra Heil Hitler! En los dos casos quedaría informado inmediatamente de la potencia del par yantra-mantra, ¿verdad?

El yantra último

Para cerrar este capítulo, cito a S. R. Dasgupta, Obscure Keligious Cults, p. 104: «Ningún símbolo externo, por complejo que sea, reemplaza al yantra-cuerpo. Con sus planos de existencia físicos y psíquicos, el cuerpo humano es considerado en el tantrismo como uno de los instrumentos más poderosos de transformación espiritual; representa el sustrato físico de lo divino, el lugar donde se produce el despliegue evolucionista, el depósito inagotable de poderes que pueden ser captados  en su fuente. Sólo movilizándolo y despertándolo de su torpor se puede apreciar su gracia divina. Su esencia eterna es interior; entonces, ¿por qué buscar afuera los medios de liberación?»E1 cuerpo es el centro sagrado de todo ritual, de todo mantra, de toda ofrenda, de toda meditación, de toda liturgia.» A lo cual el Ghandarva Tantra añade: «Aquí mismo (en este cuerpo) está el Ganges, Prayāga y Benarés, el Sol y la Luna (sobreentendido, lo masculino y lo femenino) y los lugares sagrados… No existe otro lugar de peregrinaje ni morada de felicidad semejante a mi cuerpo. En verdad, el yantra que es el propio cuerpo es el mejor de todos los yantras.»
Para volver a la cruz, todos los países han adoptado la Cruz Roja, excepto los países árabes, que la han reemplazado por la Media Luna Roja: ¡no podían aceptar un yantra cristiano! Ahora bien, pensándolo «fríamente», una cruz no es otra cosa que dos líneas que se cruzan.
Así cada uno, tántrico o no, vive permanentemente en presencia de su o de sus yantras: un cristiano con la cruz, por ejemplo. La particularidad de los yantras tántricos, en primer lugar, es que son universales, luego que son neutros, es decir que no son símbolos religiosos, pues el tantra no es una religión en el sentido en que nosotros lo entendemos. Propongo, al final del volumen, un ritual tántrico para Occidente: todos, creyentes o no, pueden practicarlo, y cada individuo puede añadirle o quitarle elementos según le convenga.

Un conjunto bastante completo

Los grandes principios del simbolismo tántrico y de la ciencia del yantra han servido para la elaboración de la cubierta de este libro. Contiene los símbolos cósmicos esenciales: el cielo, el océano, el Sol, la Luna, más el yantra incluido en el círculo lunar. Ahora le resulta fácil al lector descifrar ese conjunto.
Sin embargo, sin que el intelecto sea informado, su inconsciente sin duda ya lo había descifrado y le había hecho distinguir esta cubierta de las de otros libros expuestos en la librería… ahora nada impide al lector convertir la cubierta en un tema de meditación!
Cada dibujo geométrico elemental, tomado aisladamente, es ya portador de un simbolismo muy profundo. El punto, el círculo, el triángulo con la punta hacia arriba, la media luna y el cuadrado simbolizan también los 5 tattwas o elementos del tantra. Los dos triángulos opuestos por el vértice representan el damaru, el tambor de Shiva, que es también el de los drávidas y que simboliza a la vez la vibración de los orígenes y la que mantiene permanentemente la existencia misma de la materia. Evoca también el comienzo de la manifestación por el encuentro de Shiva y Shakti.
El loto simboliza el yoni, así como el principio último de la manifestación. Se inscribe también en el simbolismo lunar por el círculo central y por los ocho pétalos. ¡A razón de un pétalo por pareja, esto da la ascesis de dieciséis!
Estos dibujos, combinándose, engendran una infinidad de yantras y de mándalas, cada uno portador de su dinamismo psíquico propio. La vida no procede de otra forma: a partir de algunos «ladrillos» elementales, todas las formas de vida se construyen desde la eternidad…

A partir de estos elementos, este yantra se descifra fácilmente: se descubre en él el cuadrado con sus cuatro «puertas», el círculo, el loto, los triángulos y el bindu central en torno al cual se articula todo el conjunto. Este yantra se ve en dos dimensiones, pero también en relieve: los triángulos forman una pirámide cuyo punto central es a la vez el centro de gravedad, la cima y el punto de origen. La pirámide está colocada en el centro del loto, cuyos pétalos apuntan al cielo. El cuadrado forma un zócalo, una base sólida, una especie de podio, con sus cuatro puertas que se abren al mundo exterior. Para los tántricos, cada ángulo del cuadrado, cada puerta, cada pétalo, cada ángulo del triángulo encierran una energía propia simbolizada por Shakti, que el adepto visualiza en cada uno de sus puntos. Este tipo de visualización por lo general no está al alcance del occidental.

El budismo mismo está impregnado de yantras que se ocultan hasta detrás de las representaciones canónicas del Buda a las que todo escultor debe obedecer. Por lo demás, el cuerpo humano está considerado por los tántricos como el yantra supremo. Por otro lado, cada templo indio es un gigantesco yantra en relieve, al igual que el celebérrimo complejo budista de Bárábudur (o Borubodur, en la ortografía corriente), para citar sólo uno.

Comentarios

Entradas populares de este blog