Antes de la introducción el autor Leonardo Wolk comienza con un cuento de cierto hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia pudo subir al cielo a la vuelta conto. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana, dijo que somos como fueguitos, cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fueguitos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, bobos no alumbran ni queman. Pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca se enciende.

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